Hay días que te sentís mejor, otros más caído. Hay veces que querés seguir adelante, y otras te quedas estancado en el pasado. Hay veces que volves a sonreír, y otras la angustia te pesa en el pecho tan fuerte que te ahoga. Hay veces que querés que se borre todo de tu mente, y a veces simplemente extrañas.
Extrañas preparar un café para dos, extrañas su voz, extrañas su sonrisa dormida al levantarse. Extrañas a esa persona que te cambiaba la vida todos los días. Recordas sus frases, recordas las charlas, recordas sus gestos, recordas su mirada.
Extrañas a la persona como persona. La que habías elegido incluso antes, de elegirla como tu pareja. Extrañas el saber de ella y extrañas que sepa de vos.
Te mordes el labio para controlar la lágrima caer, al recordar todo lo que había y ya no hay. Te mordes los dedos para no mandar un mensaje. Te mordes las uñas, mientras esperas recibir alguno.
Extrañas todo y a la vez nada, simplemente extrañas. Extrañas ese desequilibrio que te generaba a diario, porque ese desequilibrio te daba paz. Extrañas no tener la vida en equilibro, porque ahora que está en equilibrio, notas que está vacía.
Extrañas lo que fue y lo que no fue. Extrañas una nueva oportunidad. Extrañas no más oportunidades, pero simplemente hablar. Simplemente extrañas.
Y a veces simplemente extrañas. Y queres no extrañar más. Y te preguntas si cuando extrañas tanto, es que también del otro lado te están extrañando, y las mentes se unen en el recuerdo. Y miras al cielo, esperando que también mire y si te recuerda como vos recordas. Y simplemente extrañas.
Y te preguntas si también te habla, y si cuando soñas es un sueño compartido, donde ambos hablamos. Y luego despertas y volves a pensar que tanto podrás seguir extrañando.
Y extrañas ver que llegue a tu casa. Y por eso seguís mirando por el balcón, luego de tanto tiempo. Y simplemente extrañas, y simplemente te preguntas que tanto te extrañaran del otro lado.
Y simplemente extrañas. Y a veces extrañas, y otras veces simplemente tratas de no hacerlo.
Extrañas preparar un café para dos, extrañas su voz, extrañas su sonrisa dormida al levantarse. Extrañas a esa persona que te cambiaba la vida todos los días. Recordas sus frases, recordas las charlas, recordas sus gestos, recordas su mirada.
Extrañas a la persona como persona. La que habías elegido incluso antes, de elegirla como tu pareja. Extrañas el saber de ella y extrañas que sepa de vos.
Te mordes el labio para controlar la lágrima caer, al recordar todo lo que había y ya no hay. Te mordes los dedos para no mandar un mensaje. Te mordes las uñas, mientras esperas recibir alguno.
Extrañas todo y a la vez nada, simplemente extrañas. Extrañas ese desequilibrio que te generaba a diario, porque ese desequilibrio te daba paz. Extrañas no tener la vida en equilibro, porque ahora que está en equilibrio, notas que está vacía.
Extrañas lo que fue y lo que no fue. Extrañas una nueva oportunidad. Extrañas no más oportunidades, pero simplemente hablar. Simplemente extrañas.
Y a veces simplemente extrañas. Y queres no extrañar más. Y te preguntas si cuando extrañas tanto, es que también del otro lado te están extrañando, y las mentes se unen en el recuerdo. Y miras al cielo, esperando que también mire y si te recuerda como vos recordas. Y simplemente extrañas.
Y te preguntas si también te habla, y si cuando soñas es un sueño compartido, donde ambos hablamos. Y luego despertas y volves a pensar que tanto podrás seguir extrañando.
Y extrañas ver que llegue a tu casa. Y por eso seguís mirando por el balcón, luego de tanto tiempo. Y simplemente extrañas, y simplemente te preguntas que tanto te extrañaran del otro lado.
Y simplemente extrañas. Y a veces extrañas, y otras veces simplemente tratas de no hacerlo.
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