La dualidad del inconsciente

Contra la mente nunca podes ganar. Solamente podes distraerla de a ratos, pero tarde o temprano te lleva a donde ella quiere.

Sabes que no va a venir, pero seguís mirando por el balcón a veces si viene en el próximo colectivo.

Sabes que no te va a mandar mensaje, pero cada tanto escuchas un ruido imaginario y te fijas si recibiste un mensaje.

Sabes que no va a aparecer de sorpresa, pero seguís saliendo con nervios a la calle por si aparece en la puerta.

Siempre que pueda, tu inconsciente te recordará imágenes, momentos, frases, palabras, hechos, etc. Siempre que pueda te dará un cachetazo de realidad, con mezcla de ilusión renovada por la esperanza.

Pero uno no puede quedarse en las ilusiones, solo tiene que estar la mayor cantidad de tiempo posible en la realidad. Y ahí surge una dualidad entre lo que pasa, y lo que podría pasar.

Dicen que cuando uno lo desea fuerte, fuerte, fuerte, tarde o temprano, todo se vuelve realidad. Pero con deseos no se han hecho realidades, solo utopías.

A veces solo debemos entender que el inconsciente es aliado de nuestro corazón, y nos hace pensar lo que realmente sentimos y anhelamos. Pero el consciente nos dice que es solo eso, un sentimiento y un anhelo.

¿Cual será el ultimo colectivo que miraré? ¿Cuando será la ultima vez que salga con nervios a la puerta? ¿En que momento dejaré de esperar el mensaje deseado? No puedo saberlo. Y es lógico en cierto sentido. Porque la realidad sabe que nada pasará. Pero la esperanza del inconsciente es eso... esperar que pase.

Mientras tanto, una nueva noche igual a todas... esperando el milagro.

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