Cumplimos un año juntos. Luchamos bastante, pero éramos realmente felices. Parecía que había pasado una eternidad y al mismo tiempo pasó volando.
No se me ocurría que regalarte en aquel momento, ya que meses atrás, te había dado las llaves de mi departamento, y me parecía apresurado decirte que vivas conmigo, pero como pasabas más días en mi casa que en la tuya, estaba tranquilo y feliz de que nos encaminábamos a vivir juntos y no quería adelantar las cosas.
Así que pensé es un viaje ambos juntos a pasar en las termas. Como una pareja de años, casi ancianos a decir verdad, pero relajados y siendo felices las 24 horas juntos y lejos de todo.
Pensé por dentro, este regalo es genial, tendrá que esmerarse mucho para superarlo. Pero una vez más, perdí. Apareciste con unos anillos de compromiso. No reaccioné como esperaba, pero porque no tenía reacción alguna al respecto. Pensé que aún estabamos a años luz de eso, pero mi compromiso estaba mucho tiempo antes, y para toda la vida.
Creo que puse cara hasta de asco, y lo que sentía era todo lo contrario. Quería llorar por dentro, había sido desarmado completamente, y la coraza había perdido todos sus poderes. Estaba delante del hombre que amaba, como jamás había amado, recibiendo los anillos de compromiso que había comprado.
No caía de mi asombro, y por primera vez tuve pánico. Pensé con miedo si esto iba demasiado rápido, y no porque no quisiera que así pasara. Sino porque mi miedo se centraba en que esto significara que, llegaría el día en que no habría más nada que hacer por nuestra relación, y también se acabara demasiado rápido.
Muchas veces, tuvimos una conversación, que él pasó por alto.
- Te amo.
- Yo te amo más.
- No me ames más, porque significa que algún día me amarás menos.
Y con el tiempo, pasó.
Ese anillo duró, muy a mi pesar, solo dos meses de compromiso. Y luego llegó nuestra primera separación.
No se me ocurría que regalarte en aquel momento, ya que meses atrás, te había dado las llaves de mi departamento, y me parecía apresurado decirte que vivas conmigo, pero como pasabas más días en mi casa que en la tuya, estaba tranquilo y feliz de que nos encaminábamos a vivir juntos y no quería adelantar las cosas.
Así que pensé es un viaje ambos juntos a pasar en las termas. Como una pareja de años, casi ancianos a decir verdad, pero relajados y siendo felices las 24 horas juntos y lejos de todo.
Pensé por dentro, este regalo es genial, tendrá que esmerarse mucho para superarlo. Pero una vez más, perdí. Apareciste con unos anillos de compromiso. No reaccioné como esperaba, pero porque no tenía reacción alguna al respecto. Pensé que aún estabamos a años luz de eso, pero mi compromiso estaba mucho tiempo antes, y para toda la vida.
Creo que puse cara hasta de asco, y lo que sentía era todo lo contrario. Quería llorar por dentro, había sido desarmado completamente, y la coraza había perdido todos sus poderes. Estaba delante del hombre que amaba, como jamás había amado, recibiendo los anillos de compromiso que había comprado.
No caía de mi asombro, y por primera vez tuve pánico. Pensé con miedo si esto iba demasiado rápido, y no porque no quisiera que así pasara. Sino porque mi miedo se centraba en que esto significara que, llegaría el día en que no habría más nada que hacer por nuestra relación, y también se acabara demasiado rápido.
Muchas veces, tuvimos una conversación, que él pasó por alto.
- Te amo.
- Yo te amo más.
- No me ames más, porque significa que algún día me amarás menos.
Y con el tiempo, pasó.
Ese anillo duró, muy a mi pesar, solo dos meses de compromiso. Y luego llegó nuestra primera separación.
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