Capítulo 13: Un ultimo intento

Sí. Nos separamos. Pero volvimos a intentarlo. En casas separadas, pero con todo el amor para que fuese diferente.

Siempre creí que iba a funcionar, siempre quise que funcionara. Estaba seguro que íbamos a ser dos contra el mundo hasta el final de los días.

Habían pasado dos años y medio juntos, y sentía el mismo amor del primer día. No eran las mejores condiciones, y los fantasmas se hacían cada vez más grandes. Pero luchaba a diario por hacerlos desaparecer.

Fuimos los novios que deberíamos haber sido al comienzo, viéndonos unos días a la semana y el resto cada uno viviendo en su casa.

Pero muy adentro mío me pesaban otras cosas. Quería volver a convivir. Quería que su contrato de alquiler terminara y me preguntase si quería volver a intentar vivir juntos en una casa que ambos elijamos, pero eso no pasaba (Motivo 20).

Venía soñando con la idea de alejarnos de la capital. Irnos a alquilar algo más grande para nosotros y los animales. Algo que estuviese cerca de su trabajo, y a la vez cerca de algún tren para llegar al mío. Imaginaba viéndonos los fines de semana paseando por el barrio sin la intensidad de gente que habitaba en la capital, pero esa no era su idea.

Él se había mudado donde quería estar y de donde no se pensaba ir. Yo soñaba con compartir nuestras vidas, pero él tenía aún sus miedos por no haber funcionado.

Y cuando me dijo que su idea era renovar alquiler, una vez más me callé. Y me angustié, y me deprimí (Motivo 21).

En lo que respecta al resto de la relación, siempre fue buena. Pero tarde o temprano recaía por los mismos problemas de años anteriores. Hablábamos de cambiar, pero nunca supimos que había que cambiar.

Yo solo necesitaba saber que "a pesar de todo, me elegía", y que al final del día volvía a estar conmigo. Nada más. Podía perdonar todo lo demás, pero solo quería la verdad. Verdad para dejarme tomar mis decisiones, y no silencios o mentiras para que las tomase por mí (Motivo 22).

Se fue de viaje con un amigo, casi hermano, de toda la vida. Pero ese viaje nos saldría demasiado caro para ambos, y no hablo de lo económico.

Yo estuve seguro en todo su viaje de él. Jamás dudé que volvería y seguiríamos juntos. Por eso mismo, es que en el cumpleaños de mi madre, le dije que no pasaría con ella Año Nuevo. Lo extrañé como nunca había extrañado a alguien, y sabía que estaba siendo feliz. viajando y recorriendo con su gran amigo, aunque por dentro esperaba que el próximo gran viaje sea conmigo (Motivo 23).

Una noche, mientras él estaba de viaje, me junté con mis amigos y me hacían chistes de que debería estar con cualquiera y que yo debería hacer lo mismo. Yo me reía y les decía que confiaba en él porque estábamos mejor que nunca, y que sé que no lo haría. Y que por más que lo hiciese, yo no tenía ganas de estar con alguien que no sea él. A lo que todos hacían onomatopeyas de ternura, y me felicitaban por lo que había dicho. Estaba realmente tranquilo y confiado de que así era, así que mi inútil cerebro, no se le ocurrió peor cosa que hacer una encuesta en redes sociales, sobre si la infidelidad a distancia era infidelidad. Jamás lo hice pensando en él, sino en lo que estaba hablando con mis amigos (Motivo 24).

Había preparado unas sorpresas para su vuelta, quería hacer un reencuentro especial y tenía preparado un montón de cosas que tenía guardadas en la mochila para descolocarlo y sorprenderlo. Pero todo lo que llevé, jamás lo saqué de la mochila.

Luego de esperar tres semanas, que parecieron tres años, todo cambió. Estaba feliz porque había vuelto y podía de nuevo verlo. Estuvimos a solas esa noche, y todo estuvo bien, pero no era nada parecido a lo que ninguno de los dos había pensado de ese reencuentro.

Ahí lo supo, y ahí lo supe.

En las semanas siguientes, las pocas veces que nos vimos, fue porque yo fui a su casa, él tenia demasiado con el trabajo y el estudio, y aunque yo estaba en las mismas condiciones, entendía que sus horarios eran más complicados que los míos. Pero había algo en particular. Nunca más lo vi mirarme a los ojos. Teníamos charlas, compartíamos mates por horas, pero nunca lo veía mirarme.

Ese reencuentro que no fue el soñado, apagó algo en él que jamás se pudo volver a encender.

Comentarios