Capítulo 12: Convivencia

Luego de un año y medio juntos, llegó la convivencia.

El sueño más esperado de tomar la decisión más importante como pareja, aunque las condiciones no eran las mejores, había que arriesgarse.

La convivencia no generó problemas nuevos. De hecho podría decir que la convivencia fue perfecta. Pero eso sería una mentira a medias. No porque la convivencia haya generado problemas; sino porque para convivir, jamás habíamos arreglamos los problemas que teníamos previamente a ella.

La única complicación que generó la misma, es que ante una eventual pelea, no teníamos cada uno su lugar para irnos, sino que teníamos que permanecer peleados, a un ambiente de distancia. Era muy difícil haber discutido con la persona que amas y dormir a su lado.

Fueron muchas las veces que terminé durmiendo en el sillón, porque no me sentía con derecho de ser yo quien durmiera en la cama.

Lloré mucho en silencio, y estoy seguro que él también. Pero no teníamos el espacio para poder hacer silencio, antes de volver a hablar.

Por el resto, casi era soñada. Estaba con el hombre que amaba, compartiendo una casa, con la idea de compartir un futuro juntos. Teníamos a nuestra perra, aquella que le había regalado, y que cuidaba yo por no tener él espacio, ahora lo teníamos y construíamos poco a poco nuestra familia.

La perra siempre vivió conmigo, pero siempre tuvo un amor y fascinación por él. En el fondo creo que siempre supo que él era su verdadero dueño, y que era el regalo de mí para él, del amor que le tuve.

Pero los problemas preexistentes, hicieron que la convivencia llegara a su fin. Al cabo de diez meses, viviendo juntos, tuvimos que distanciarnos.

Yo tenía que irme de manera urgente, de esa casa y no sabía como hacerlo. No quería irme, salvo que sea que nos íbamos juntos y a vivir a otro lado. Pero la realidad era muy diferente a los deseos.

Por suerte conseguí un departamento y firmé contrato sin dudar. Esa firma me alejaba de donde quería estar, pero por el amor que nos teníamos era lo mejor que podía hacer.

Compartimos la casa un mes estando separados, fue una convivencia tranquila, dentro de la incomodidad de no estar juntos. Pero podía con eso. No porque no quisiera comerle la boca todos los días. Sino porque era la convivencia con la persona que era además el hombre de mi vida. Era una persona con la cual no quería perder contacto. Toda su personalidad era perfecta para mí. Estando juntos o separados, siempre quería que fuese feliz y poder compartir nuestras vidas aunque no estuviésemos juntos.

Elegí mudarme el fin de semana que él se fue de viaje con sus amigos, para no hacer más dificil la separación. Me la pasé llorando las 24 horas del día, pero sabía que era mejor así, antes que nos veamos llorando ambos.

Le prometí que antes que volviese, yo ya me habría llevado todo. No era lo que quería, pero era lo menos que podía hacer.

Y cuando hice el ultimo viaje y agarré lo ultimo que tenía, un escalofrío recorrió toda mi espalda, al igual que un llanto helado sin poder controlar. No podía estar ya más en nuestra casa, ahora estaba dejando su casa, y me estaba estaba yendo a la mía.

Solo soñaba con volver una vez más, solo soñaba con vivir juntos, solo soñaba con nuestro hogar.

Mi casa no es mi casa, es donde huí porque "tenía que hacerlo" nunca la sentí mi hogar, no es que haya elegido mi casa, es lo que apareció; por eso me angustio, y dejo pasar el tiempo, esperando convivir de nuevo (Motivo 19).

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