El anillo

Siempre me imaginé tirando un anillo de compromiso al mar, cuando la relación se terminase. Tuve la oportunidad de hacerlo y me imaginé una y otra vez haciéndolo.

Pero cuando la situación real se presentó, preferí devolverlo. ¿Por qué? Porque no era mi compromiso.

Durante dos años, esperé el momento para volver a usarlo, pero el momento nunca llegó. Nos comprometimos el primer año, a los dos meses nos peleamos, y aunque luego volvimos, nunca más usamos esos anillos.

Algo debería haberme dicho eso. Tal vez me lo dijo y yo jamás quise escuchar. Pero durante dos años tuve un anillo, en su caja, a lo largo de tres casas, esperando ver cuando volvía a cumplir su función.

Te devolví el anillo, porque mi compromiso está intacto. Te devolví el anillo porque tu compromiso jamás existió. Te devolví el anillo, porque en lugar de tirarlo al mar, al menos puedas aprovechar que es de plata y hacerlo plata.

Si me preguntaban dos meses atrás, jamás hubiese pensado que ese anillo volvería a tí. Pensaba y esperaba que se acercaba el momento de volver a usarlo. No por mostrar nada, sino por lo que significaba para nosotros.

Sin embargo, como dije antes, ese anillo no muestra nada. Y la falta de, muestra todo. Se siente raro, pero estoy tranquilo. Nunca me la jugué tanto en mi vida. Conocí otro nivel de amar; un nivel en el que doy un paso al costado en nuestra vida, para que seas feliz en la tuya. Sin ningún anillo que te ate a mí, sin ninguna relación que te impida ser feliz.

Mi anillo te lo devolví, pero mi compromiso fue arrojado al mar. Solo el tiempo dirá si alguna vez, a alguien le interesa ir a buscarlo.

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