Hoy ayudé a unos amigos a mudarse, que van a vivir juntos. Más bien, uno se mudó donde ya vivía el otro para vivir juntos.
Fue una sensación linda, porque los quiero mucho a los dos, pero me vino a la cabeza mi mudanza para convivir. Parece tan lejano y a la vez me parece que fue ayer. Esa sensación rara de "ok, vamos a estar juntos por siempre".
Me emociona verlos contentos y con las esperanzas intactas. Ojalá les sea para toda la vida. Porque de eso se trata, de creer que sea para toda la vida.
Son pocos los momentos que ves toda tu vida dentro de cajas, y lo increíble que es verlo todo dentro de un camión.
A veces la vida es eso. Una gran mudanza.
Eso que no conlleva tanto lo material que puedas mudar, sino los deseos que llevas en dicha mudanza.
Cada vez que me mudé mis deseos fueron abismalmente diferentes. y la última vez que me mudé no tuve deseo alguno, porque había gastado todos mis deseos, en la mudanza anterior.
Podes llenar cinco camiones de mudanza y sentirte vacío, podes mudarte solo con ropa y sentirte lleno. Todo implica cuando queres mudarte y cuando tenes que mudarte.
La convivencia es algo maravilloso e implica un acuerdo intangible de dos partes, que deciden de manera cósmica cuando apuestan a vivir juntos y que lleva cada uno. Pero terminar la convivencia nunca se acuerda previamente y mucho menos se decide quien se queda con qué o como.
A veces la magia está en los pequeños momentos de la rutina. Y es mágicamente sorprendente como cuesta tanto armar una convivencia y que tan simple es desarmarla.
Estoy realmente feliz por ellos y oculté mis lagrimas de emoción todo el día. Pero vuelvo a casa y la realidad me golpea y no siempre es fácil sobrellevarla. Seguramente mi psicóloga me diría "¿Te parece momento para ayudar a otros a vivir juntos?" y claramente mi respuesta sería afirmativa. Porque no puedo dejar de estar feliz por mis amigos, solo porque mi vida no es como la deseo.
Y mientras tanto, mi perra me mira como diciendo "acá estoy yo" y no puedo sonreirle por un lado y sentirme triste por el otro. Me siento que estamos incompletos, pero convivimos con nuestro dolor.
Fue una sensación linda, porque los quiero mucho a los dos, pero me vino a la cabeza mi mudanza para convivir. Parece tan lejano y a la vez me parece que fue ayer. Esa sensación rara de "ok, vamos a estar juntos por siempre".
Me emociona verlos contentos y con las esperanzas intactas. Ojalá les sea para toda la vida. Porque de eso se trata, de creer que sea para toda la vida.
Son pocos los momentos que ves toda tu vida dentro de cajas, y lo increíble que es verlo todo dentro de un camión.
A veces la vida es eso. Una gran mudanza.
Eso que no conlleva tanto lo material que puedas mudar, sino los deseos que llevas en dicha mudanza.
Cada vez que me mudé mis deseos fueron abismalmente diferentes. y la última vez que me mudé no tuve deseo alguno, porque había gastado todos mis deseos, en la mudanza anterior.
Podes llenar cinco camiones de mudanza y sentirte vacío, podes mudarte solo con ropa y sentirte lleno. Todo implica cuando queres mudarte y cuando tenes que mudarte.
La convivencia es algo maravilloso e implica un acuerdo intangible de dos partes, que deciden de manera cósmica cuando apuestan a vivir juntos y que lleva cada uno. Pero terminar la convivencia nunca se acuerda previamente y mucho menos se decide quien se queda con qué o como.
A veces la magia está en los pequeños momentos de la rutina. Y es mágicamente sorprendente como cuesta tanto armar una convivencia y que tan simple es desarmarla.
Estoy realmente feliz por ellos y oculté mis lagrimas de emoción todo el día. Pero vuelvo a casa y la realidad me golpea y no siempre es fácil sobrellevarla. Seguramente mi psicóloga me diría "¿Te parece momento para ayudar a otros a vivir juntos?" y claramente mi respuesta sería afirmativa. Porque no puedo dejar de estar feliz por mis amigos, solo porque mi vida no es como la deseo.
Y mientras tanto, mi perra me mira como diciendo "acá estoy yo" y no puedo sonreirle por un lado y sentirme triste por el otro. Me siento que estamos incompletos, pero convivimos con nuestro dolor.
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