Mail

Caí en la tentación y te mandé un mail. Te expliqué como me sentía. Tal vez lo leas, tal vez no. Tal vez te importe leerlo. Tal vez lo borres ni bien te llegue. Pero necesitaba que leyeras mis palabras. Siempre quisiste saber que me pasaba. Y sé que ahora es tarde, para cambiar. Pero necesitaba que supieras de mi, por mi. No por terceros, no por suponer, sino por lo que te puedo decir desde lo más dentro de mí.

Te di la chance incluso, para que me odies más, por haber faltado a mi palabra de no escribirte, y hacerlo una vez más. Pero no podía permitir que solo me odies por mi silencio. No podía permitir quedarme callado, cuando grito a diario y nunca te llega como me siento.

Por ahí fue la peor idea en toda mi vida haberlo hecho. Por ahí fue necesario. Tal vez sea el punto para salvar algo, o tal vez simplemente fue la mejor manera de despedirte para siempre.

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