Aquella primera vez - 3º parte.

Aquella primera vez - 1º parte.
Aquella primera vez - 2º parte.

 



Mariana ante la depresión constante sufrida en los últimos meses, hacía tiempo que había comenzado a consumir drogas.
Este nuevo hecho, hacía a Mariana satisfacer su angustia sin saber que tiempo después las consecuencias serían otras.
El tiempo siguiente fue solo por llamadas y correo. Las llamadas era solamente de Martín a Mariana, ya que como nunca le contó nada a sus padres, tenía que ir al locutorio para poder comunicarse con ella. Las cartas iban destinadas a Carolina, la única amiga que no había perdido contacto con ella.

A los 7 meses y medio de embarazo, Martín dejó de recibir cartas por parte de Mariana, y aunque el seguía enviando, no recibía respuesta alguna. Carolina, la amiga de Mariana no tenía información para darle y cuando llamaba, el telefóno solo se jactaba en sonar sin ser atendido.

Martín tuvo que divagar con el silencio enorme que existía proveniente de México. Y con esto sólo hacía acrecentar sus miedos, aunque cuando supiera la verdad de lo que había pasado, la realidad haya superado todos sus temores...

Ocho meses más tarde de la última información que tuvo Martín, Carolina lo llamó para que vaya a su casa porque había recibido una nueva carta. Él, no lo pensó dos segundos y salió corriendo de la casa, sin siquiera despedirse de la madre.

Llegó y vió a Carolina con cara de llanto y dolor y dudó en tomar la carta que tenía en su mano. Optó por decirle a ella que se sentaran en el sillón y leyera lo que tenía que saber.

La carta no la había escrito Mariana, sino el padre y en ella dijo el fragmento más doloroso que podría imaginar en su vida:

"...Mariana hacía unos meses consumía drogas para superar la depresión que todo esto le había ocasionado, obviamente mi mujer y yo no lo sabíamos, sino hasta que nació el bebé, el cual por el exceso de drogas que tenía nació sin desarrollo de la masa encefálica y por tal razón nació muerto..."

Martín no salía del llanto, del ahogo en lágrimas, de saberlo de antes porque lo había imaginado, pero recibir la confirmación de sus pensamientos fueron un peso que apenas podía soportar. El problema estaba en que la carta no terminaba ahí:

"...Mariana nunca pudo soportar el dolor que le implicó que su hijo haya naciera muerto, y luego de varias internaciones en un neuropsiquiátrico, había parecido mejorar, pero solamente había optado por callar el dolor que sentía. Fue así como cuando tuvo su último alta, ya tenía todo planeado de que hacer con su vida... Hace un mes y medio nuestra hija murió luego de una sobredosis de drogas. El dolor nos invade día a día sin poder entender como no vimos lo que se estaba por acercar..."

Martín se paró de inmediato, sin mediar palabras y se fue corriendo al baño a vomitar. La información había superado ampliamente capacidad de asombro y no podía tolerar el dolor que tenía. Explotó en llanto, en gritos, en dolor, no podía mantenerse en pie mientras temblaba agarrado a la pileta de lavarse las manos.
Se quedó en la casa de Carolina esa noche, cuando tuvo fuerza para disimular su voz, llamó a su madre para avisarle que se quedaba a dormir en la casa de un amigo.






Han pasado 18 años de aquel momento... Hoy Martín tiene 30 años, una esposa y esperan a su primer hijo. Él siempre recordará esa partenidad que no fué, con mucho dolor, aunque entendiendo que la vida no le quitó ese hijo, sino le dió la oportunidad de madurar y ser el padre que hoy espera y ansía ser con la llegaba de Tomás Joaquín. Siempre estará en su corazón acompañandolo. Pero entiende que la vida le dió revancha y hoy comienza a vivir.

Comentarios