Aquella primera vez - 1º parte.

Martín estaba nervioso porque sería su primera vez. No lo había buscado, más bien era obligado. Todos sus amigos eran varios años más grandes y como tales le llevaban la cabeza diciendo que no era normal que no haya tenido relaciones.
El problema es que Martín tenía 12 años...

Sus "amigos" le consiguieron con quien debutar, aunque tenía unos años más, ella tampoco dejaba de ser una nena. Así fue como conoció a Mariana de 15 años.
Uno del grupito de Martín le había cedido la casa y los esperaba a los dos, luego se iría. Martín no entendía que hacía y pensó muchas veces si le tendría que preguntar a sus padres si lo que iba a hacer a su edad, era tan normal como le decían, pero por miedo, vergüenza o por esa visión de "eso no se habla con los padres" nunca lo dijo. Aunque se arrepintió de no haberlo hecho en todo el camino que lo separaba a la casa de amigo.
Cuando llegó el amigo lo recibió con cara de satisfacción, diciéndole muchas cosas para que tenga en cuenta. Martín solo asentía, pero obviamente no escuchó nada de lo que dijo.
Al rato llegó Mariana, era preciosa: Rubia, ojos claros, una figura muy femenina, aunque en la mirada se notaba una gran tristeza.
Habiendo llegado Mariana, el amigo se retiró, dando una palmada en la espalda a Martín y cerrando la puerta.

Estaban los dos solos...

Fue poco lo que hablaron. No era la primera vez de Mariana, pero eso no hacía que la situación no fuera incomoda para ella también.
Llegaron a la cama y comenzaron con sus respectivas inexperiencias a consumar la primera vez de Martín...

Luego del sexo, no hubo palabras. Hubo unas pequeñas lágrimas de parte de ella y un torbellino de sentimientos y culpas de parte de él. Mariana enseguida se fue de la casa, Martín se quedó hasta que volviera su amigo. Cuando el amigo llegó, Martín no quiso dirigirle la palabra; le dió las llaves de la casa y se fue.

Llegó a su casa, saludó con un beso a su madre, sin mirarla a la cara y se fue a su pieza. No entendía que había pasado, que había hecho y no sentía que lo haya hecho bien, porque nadie puede hacer algo que le haga sentir un malestar como el que sentía en ese momento.

Se fue a dormir, aunque eran las 7 de la tarde, y no tenía pensado levantarse hasta el día siguiente. De hecho no se levantó por dos días: Al día siguiente amaneció con una fiebre inexplicable que el médico recomendó (y la madre asintió) hacer reposo absoluto por al menos 48 horas. Martín, aunque le molestaba estar en la cama postrado, esta vez no puso objeción alguna.

Al tercer día, Martín volvió a la escuela, pero no era el mismo. No se divertía tanto en los recreos y al salir del colegio no iba a jugar a la pelota en el barrio, prefería jugar a los videojuegos en su casa.

El gran problema llegaría dos semanas después de aquel día, cuando en el barrio se cruzó con Mariana... Ella estaba embarazada.

El shock de Martín fue lo suficientemente grande como para no soportar su propio peso y sin desmayarse, caerse al piso por la poca estabilidad motriz que le daba su cuerpo en ese momento. Ella se agachó a levantarlo, pero él no quiso ser levantado. Ella lloraba sin consuelo abrazandolo, mientras él no expresaba emoción alguna, solo sus ojos fijos mirando la nada. Luego de un rato llegó a recobrar la conciencia, solamente para devolverle el abrazo y llorar también, aún tirados en el piso.

Nunca supieron que hacer ni como manejarse, ya que eran niños... niños que quisieron jugar el papel de grandes, pero las responsabilidades de grandes los aplastaban sin tener las fuerzas de saber soportarlo.
Luego de encontrarse un par de veces en el tiempo siguiente, consideraron que tenían que decirles a los padres. Eligieron ir a contarles a los padres de ella... Eligieron contarles a los padres equivocados.
Él trabajaba en la embajada, mientras ella era ama de casa, aunque tenía su mucama, así que su única función era ser la anfitriona de reuniones.

La respuesta no se hizo esperar: gritos, insultos y golpes por parte del padre fueron recibidos por Martín y Mariana, mientras la madre lloraba y le gritaba a Mariana la vergüenza que era como hija. Martín no se fue y se quedó a recibir todos los golpes, hasta que Mariana se soltó y se fue corriendo a su cuarto para encerrarse. Luego cuando tuvo oportunidad se soltó y huyó.

Martín no sabía como entrar a su casa, dado que tenía varios moretones y además su remera ropa, así que decidió abrir la puerta y acto seguido fue corriendo hasta su pieza. Su madre notó la rapidez con la que entró así que fue a ver que pasaba, golpeó la puerta y Martín le dijo que ahora saldría. Ya que varios golpes no se podían disimular, al menos buscó una remera parecida que tenía para cambiarse y la otra tirarla luego.

Cuando salió la cara de la madre se transformó en preocupación y ante las preguntas de ella, Martín solo atinó a decir que estaba andando en bicicleta y se cayó dándose la cara contra el piso. Luego de lo que acababa de pasar en la casa de Mariana, la sola idea de contarle le daba pánico.

CONTINUARÁ...


Aquella primera vez - 2º parte.
Aquella primera vez - 3º parte.

 

Comentarios